La señora a la que no le gustan los extraños que invaden su pueblo me mira desafiante mientras comprueba mi perplejidad. Seguro que a mi espalda hay otra señora de mirada desafiante, a la que no le gustan los extraños.
Huyo raudo porque no quiero verme por ahí, más arriba. Duplicado.
(Riópar, 2010)
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