La
cola del paro. Caras lánguidas, la prórroga del sueño. El descuento de los
hombre dormidos que caminan porque sí, cogen el Metro porque sí, se ponen uno
tras otro porque sí.
Todo apesta. El hedor de la falsa bonanza. La efímera tranquilidad del
progreso. El futuro pintarrajeado con sus lápices tramposos. Los cimientos de barro del estado de derecho que los hombres de
traje y corbata mastican para luego escupírnoslos a la cara.
Pero aquí estamos, robados de nosotros
mismos, en la cola de la caja del Mercadona otra vez. Producto de la inercia en cadena,
con estos míseros 500€ del subsidio, deposito mis compritas del bienestar en la
cinta. Que si leche que ya no es de vaca, que si patatas que nunca salieron de
la tierra, que si un postre barato que finge tener clase.
Detrás de mí, la siguiente alma en
ristre con su ristra de ajos. La cajera, que 'hasta dónde llega su compra,
caballero'. El destino es juguetón y perverso. 'Hasta los huevos, compañera. Hasta
los huevos'.
1 comentario:
Me ha encantado el final ;) Un placer leerte ;) Me encantas!
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