martes, 20 de agosto de 2013

La mujer de tu vida


  Le encantan los aerogeneradores. Para ella tienen ese sabor a autopista galáctica, a modernidad, pero también a soledad y a silencio y a pueblo. Es la reina del choque y del verso.

  Camino de Albacete desde Alicante, hay montañas sin cimas donde esos modernos molinos de viento marcan el ritmo del horizonte. En un viaje que hizo hace eones, se fijó en cómo la majestuosidad de aquellos aparatos besaba sus aspas discretas, y pensó que si alguna vez tuviera un hijo y amara a un hombre que oliera a poesía, entonces -sólo entonces-, les contaría lo que realmente sucede en esa ciudad del demonio. Les daría todo los detalles cuando su familia cruzara por sus carreteras con ese  fuego que tanto ahoga en agosto. Un día ocurrió, y vagaron por allí de camino a algún lugar. El nene preguntó para qué servían esos molinos.

  'En Albacete hace mucho calor, hijo, es el lugar más caluroso del mundo -reía-. Allí el sol sólo pasa para aplastarte, se cuela por un hueco que hay en la capa de ozono, ¿lo ves? ¿Lo ves, mi amor? ¡Mira hacia arriba, más allá de tus ojos, mira más allá, corre! -Su marido seguía conduciendo, derretido de ella y mordiendo su labio inferior hasta convertirlo en un amor soluble. El nene no podía intuir hasta dónde llegaba el horizonte de su felicidad-. 

   Ese sol actúa como tu lupa en el patio del colegio, ésa que si apuntas con precisión puedes quemar un papel, que no lo hagas más, que ya te lo he dicho mil veces, mi amor, que Mari Tere te va a castigar y tú tienes que vivir para abrazar el viento sin perder un segundo. Que nadie te haga perder un minuto, pequeño.